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Los artistas buscan la belleza
con la obsesión de los amantes insatisfechos; viven y crean
desvelados por conseguirla un su obra, generalmente despreocupados
por las definiciones que se ensayan sobre lo bello.
Si hacemos una encuesta informal preguntando qué es la belleza
obtendremos respuestas variadas y hasta caprichosas; notaremos sin
embargo que muchas tienen aceptables fundamentos y podremos compartirlas.
Intentando explicaciones de lo bello pronto aparecen dificultades
que vuelven inasible una definición de valor general. Otras
materias, por ser palpables o mensurables se dejan describir de
manera satisfactoria o menos cuestionable, en cambio se hace huidiza
una conceptualización de lo bello.
Sinceramente convencidos diremos que bella es la vida, el amor,
la buena literatura y otros bienes de nuestro interés pero
nos costará dar razones objetivas del porqué de esos
pareceres. En apoyo de estas ambigüedades usaré opiniones
de José Edmundo Clemente: "Se puede afirmar o negar
la existencia de un objeto, pero ¿cómo demostraríamos
que es bello o feo? Grandes pensadores lo han ensayado sin que hasta
ahora se haya logrado una fórmula legalizada para todos".
Completando su opinión dice además: "Las cosas
no son bellas o feas en sí, objetivamente, sino bellas o
feas en nosotros" (1).
Con esta sustancia escurridiza el artista debe crear su obra y para
esto copia a la naturaleza, describe sentimientos o inventa mundos
propios. El poeta o narrador urbano, aún realista, adornará
con detalles de hermosura a la ciudad gris y contaminada: los versos
del escritor realzarán o describirán los sitios bonitos
de su ciudad y si no los tuviera él los hará brotar
en sus poemas. Subjetividad, pasión o afiebramiento pueden
ser los motores que llevan a Don Quijote a ver hermosura y esplendor
en Dulcinea.
La naturaleza, sin teorizar, nos alegra habitualmente con sus productos
bellos mientras los ensayistas padecen por la huída de la
frase adecuada para explicar esa sensación amada por el espíritu,
pero rebelde a las palabras que la expliquen. El escritor intuye
que su genio, poco o mucho, le ayudará a elaborar belleza
y a esa búsqueda dedica la vida.
La Real Academia define como feo aquello que carece de belleza tal
como si la fealdad no poseyera características propias o
fuera un estado pasajero que desaparecerá al llegar la hermosura.
Yo me inclino a pensar en la fugacidad del sentimiento de lo bello
que puede quedar reducido al momento en que la mirada, guiada por
la sensibilidad o la cultura individual capta la belleza. Es posible
imaginar esa aprehensión como ocurriendo en un momento preciso,
propio y difícil de compartir, ya que esa sensación
de disfrutre tiene sus ingredientes subjetivos y es producto de
la atención, tensión individual y gusto de cada uno,
cambiantes de continuo. Aun la obra de arte más inmóvil
por ejemplo - una bella estatua - o los mejores versos, son apreciados
en diferentes tiempos de manera dispar pues la subjetividad es mutable
y cambia de metas como cambian los estados del ánimo. Esa
unión de la mirada o los sentidos con el objeto bello tiene
su oportunidad y el observador sensible modifica el destino de su
interés y sentimientos. El artista con sus recursos, procura
cristalizar la belleza en su obra para así vencer esa fugacidad;
muchas veces suele lograrlo.
Fugaz y a veces inasible la belleza es objeto de continuas reflexiones.
Recordemos algunas:
Conan Doyle, positivo y galante, sostenía que "ninguna
mujer es fea. Toda mujer es hermosa, pero algunas son más
hermosas que otras" (2).
El escritor Raúl Mario Rosarivo encuentra siempre provechoso
el objeto de nuestro tema al decir que "el fin de la obra artística
no tiene como razón única la expresión de lo
bello, sino al mismo tiempo lo útil, ya que no todo lo útil
es bello, pero sí, todo lo bello es útil (3).
Platón creía que la belleza es la manifestación
del bien y colocaba el arte en el camino de la moral, haciendo que
esta idea dé nacimiento al amor inmaculado, contrario a toda
lujuria: es el amor platónico.
Hegel homologa la belleza con la verdad afirmando que cuando ésta
expone objetivamente la idea, esa verdad es la belleza.
Charles Chaplin se enojó cuando llegó el sonido al
cine "porqué aniquilaba la gran belleza del silencio"
(4) Imaginemos cómo se pondría hoy si recorriera nuestras
ciudades!
Reflexionando a propósito de la belleza el escritor François Cheng (nacido en China y profesor en París) me convencío que su obra sobre el tema de la hermosura consigue acopiar ideas, definiciones y recordatorios temáticos que logran hacernos sentir en un limbo donde sólo existe la belleza y lo demás, aquello que la rodea, está únicamente para sostenerla.
Lo feo y la maldad, dónde quedan? Sólo sirven para resaltar la belleza y el bien.
Destaca que el mal es más dañoso que la fealdad porque el primero es activo produciendo perjuicios o estragos.
Obra (11) de lectura para el ejercicio intelectual meditativo porque el autor toma informaciones de la historia de la cultura, los adereza con recuerdos personales y dibuja sus opiniones escritas con lealtad hacia el lector, sin rebusques o pretensiones efectistas: por ejemplo sus recuerdos sobre el monte Lu “uno de los lugares más bellos de China”.
Esas informaciones aparecen como sencillas postales familiares aunque “Lo que tenía que decir superaba el marco de la mera erudición”; nos dice una nota del editor.
Leí el libro y ahora lo observo como si fuera un manzanero repletos de frutos; tomo algunos de estos y los comparto:
* “Estoy convencido de que tenemos el deber urgente y permanente de examinar los dos misterios que constituyen los extremos del universo VIVO: por un lado el mal, por el otro la belleza.”
* Plantea una cuestión sobre la belleza natural (se pregunta, contesta y deja abierto el tema):
- Es una cualidad intrínseca del universo o el resultado del azar o de un accidente? o sucedió que
- La materia cobró vida, se puso a funcionar tornándose cada vez más compleja hasta producir la imaginación y el espíritu. Sin embargo, no contenta con sólo funcionar “le dio por volverse bella”.
* El universo no aparece como algo dado; se revela como un don que invita al reconocimiento y a la celebración, Alain Michel, profesor emérito en la Sorbona, en su obra” La Parole et la Beauté,” afirma: “Tal como lo creían todos los filósofos de la Grecia antigua, lo sagrado se encuentra ligado a la belleza”. Todos los grandes textos religiosos abundan en el mismo sentido. Sin que sea necesario referirnos a ellos, podemos observarlo por nosotros mismos. ¿No es la presencia de una altísima montaña coronada de nieves perpetuas –que Kant clasifica entre las entidades sublimes- lo que inspira veneración sagrada en los habitantes de los alrededores? No es en los momentos en que nos encontramos más maravillados, cercanos al éxtasis, cuando exclamamos: ¡Es divino!
Sigue el autor, a lo largo del libro, ofreciendo sus meditaciones sobre la belleza, que por ser tantas sólo puedo invitar a su lectura para recoger sus abundantes frutos.
La ciencia actual relata conclusiones interesantes producto de investigaciones
sistemáticas ya que "han acumulado evidencia acerca
de especies tan dispares como pájaros, moscas, alces y seres
humanos, según la cual el valor de un compañero potencial
se establece a partir de por lo menos un rasgo clásico de
belleza: la simetría"... "busca en su posible pareja
un mayor equilibrio entre ambas mitades de su cuerpo" (5) Antes
o después de los animales Aristóteles sostenía
que bello es lo que puede apreciarse abarcándolo con placer
y de un solo vistazo por simétrico, ordenado y realizado
con grandeza; la simetría del cuerpo humano le sirve como
ejemplo.
Ya que he mencionado la ciencia usando fuentes fehacientes creo tolerable ahora volcar aquí una opinión atribuida a un sabio famoso que habría dicho:
“Cuando te sientas con una hermosa mujer, por dos horas, parece como si pasaran dos minutos. Cuando te sientas en una estafa caliente por dos minutos parece como si hubieran pasado dos horas. Esa es la relatividad” Albert Einstein.
Hablando de criterios relativos recordaré la opinión de un escritor que fue apreciado por sus ironías; me refiero a Ambrose Bierce (1842-1914?) quien en sus definiciones diabólicas afirmó: “Belleza: don femenino que seduce a un amante y aterra a su marido”
La belleza, tan apreciada como el oro o el poder, también es fuente de sufrimientos. Dije oro y aparece brillante el mito de “la manzana de la discordia”, ese fruta de metal precioso que Eris o Éride (hermana de Ares, dios de la guerra y ella diosa mitológica de la discordia) arrojó a la mesa, frente a tres mujeres poderosas, con la leyenda “Para la más bella”. Las tres entusiasmadas exclamaron es mía y esa subjetividad pretenciosa llevó a la conocida Guerra de Troya.
La novelista María Luisa Bombal describe a su personaje María
Griselda como poseedora de una belleza perfecta y natural pero que
sólo le provoca desgracias : celos de sus hermanos, dudas
de su marido, envidias y otras desgracias por su desdichada hermosura.
(6)
Stendhal en su relato "Victoria Accoramboni" describe
a su heroína como ejemplo de belleza femenina pero acompañada
por los peores infortunios.
En la novela "Sergio" de Manuel Mujica Lainez la temática
central es la belleza de quien da nombre a la obra y provoca apetitos,
desbordes sensuales y la ansiedad del personaje, que muere.En el
cuento "Eva está adentro de su gato" la personaje
no soportaba el peso de su hermosura y las miradas molestas por
ese inútil adjetivo: quiere liberarse de la belleza (7)
Lo bello también nos puede asombrar cuando conocemos las
causas y circunstancias que rodean su nacimiento. El Taj Mahal está
considerado la obra más perfecta de la arquitectura musulmana,
y se encuentra en la India donde fue finalizado en 1652 para encerrar
la tumba de la esposa de un dolorido emperador. Los arquitectos,
que lograron vencer el tiempo con su hermoso trabajo, fueron muertos
al finalizarla para evitar que volvieran a edificar algo de semejante
belleza.
Estas variaciones sobre el concepto de la belleza muestran algunas
de las facetas posibles y que, subjetividad mediante, hacen entender
que caben muchas opiniones acerca de la hermosura ya que el gusto
individual, esa facultad de juzgar de cada uno, brinda la oportunidad
para apreciar la hermosura conforme la óptica de cada mirada.
Es útil recordar que el placer interesa al hombre y a los
animales pero lo bello sólo conmueve al hombre. Porque la
belleza puede vencer al tiempo, el artista la necesita para que
su obra valga y tal vez perdure.
Aceptado que lo bello se valora conforme la sensibilidad, el gusto
y el nivel cultural de cada gozador nuestro tema es altamente subjetivo
y por ello la conceptualización no se deja atrapar fácilmente,
dando lugar a tantas definiciones distintas. La Academia de la lengua
quiere socorrernos explicando la belleza como "la propiedad
de las cosas que nos hacen amarlas, infundiéndonos deleite
espiritual": Rápido notamos que la ayuda es incompleta
pues la evaluación de los objetivos del deleite está
sometida otra vez a las subjetividades.
Quedó dicho que lo bello es útil solo por existir
y se puede agregar la afirmación de Juan L. Ortiz quien sostuvo
que "la belleza salva al hombre de la desesperación
si éste es capaz de apreciarla". (8)
No todo son flores, lo bello tiene también sus detractores.
Algunas teorías económicas con sus propuestas de crecimiento
material ilimitado sostienen criterios que entristecen, en su afán
de defender las industrias contaminantes y destructoras. Para ellos
"lo sucio es bello porque es útil" (9) y entronizan
a los dioses de la fealdad y el daño a la naturaleza. Siguiendo
el camino de los equívocos o desviaciones sobre lo bello
encontramos al esnobismo, ese sucedáneo arbitrario del gusto
fundado sobre la moda y no sobre las cánones de la belleza;
al decir de Alberto Moravia " es el miedo a no estar al día"
(10). De la mano de la utilidad comercial se introduce en el mercado
el llamado "arte kitsch" que adapta, mediante la masificación,
el arte auténtico y original. Es como si el diablo se metiera
con las bellas artes imitando obras famosas de manera vulgar por
ejemplo ofreciendo una Gioconda deformada en miles de remeras o
camisas. Como se ve mucho puede decirse sobre la belleza y sus imitaciones
y siempre podremos envolvernos en criterios personales más
o menos felices.
Si sabemos mirar encontraremos seres, objetos y lugares adornados
con bellos atributos y comprenderemos que la fealdad nos fue impuesta
para que apreciemos mejor la hermosura que nos rodea. Los afortunados
amantes de la lectura saben que lo bello aparece en las páginas
de muchos libros porque el escritor describe o crea la belleza tal
como lo hace Juana de América en su poema donde la higuera
gracias a sus versos, es el más bello de todos los árboles
del huerto:
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